Es quizás, una de las figuras más importantes y conocidas del mundo del Metal y el Hard Rock. Su particular forma de ser, le ha llevado por diversos caminos, unos más oscuros que otros, saliendo de todos como un triunfador, o más bien como un sobreviviente. Ozzy Osbourne, quién le puso una gota de locura y rock & roll a los temibles Black Sabbath durante los setenta, pasó de ser una figura legendaria a una caricatura de si mismo, lo cual puede sonar malo, pero que no hizo más que aumentar su popularidad y cercanía con la gente. Siempre ha sido el mismo. Su voz no tanto pero ese es otro tema. Como hoy 3 de diciembre está de cumpleaños, el Top 5 va dedicado exclusivamente a su carrera solista. Estos son los 5 mejores discos de Ozzy. Recuerden, es solo un conteo personal, no una verdad absoluta.
5. Bark At the Moon (1983)
Una de las tantas pruebas que tuvo superar Ozzy en su carrera solista. Tras la trágica partida de su brazo derecho Randy Rhoads en un accidente de aeronave, el príncipe de las tinieblas comenzó a perder el rumbo musical, siendo los excesos y la falta de creatividad, parte de su declive personal. Más allá de todo esto, en 1983 lanzó Bark At the Moon, un disco que si bien bajaba la dureza de su antecesor, acercándose más al mainstream y al mercado de los video clips, conservaba ese toque único que generaba clásicos instantáneos en su catalogo. Así Bark At the Moon pasó a ser una de sus canciones más conocidas, mientras que otras como You're No Different o So Tired documentaban el buen manejo, a la hora de componer melodías oscuras y baladas.
04. Ozzmosis (1995)
Hubo un momento en que Ozzy pensaba retirarse de los escenarios. Comienzos de los noventa, luego de No More Tears, el Británico anunciaba su retiro, pero éste no duró mucho y con la ayuda de Steve Vai, dieron el puntapié inicial a un proyecto que no funcionó. Más allá de este fracaso, Ozz volvió a sentir energías y trabajó en el que sería su séptimo álbum. Ozzmosis contó nuevamente con Zakk Wilde y con su compañero de Black Sabbath, Geezer Butler en el bajo, con los cuales grabó un digno sucesor de su anterior disco, endureciendo un poco el sonido y la estética. ¿El resultado? Temas como I Just Want You, Ghost Behind My Eyes, See You On the Other Side o el ultra hit Perry Mason. Con este disco vino por primera vez a Chile (Sin Zakk Wilde).
3. No More Tears (1991)
Poco a poco, el Sexto trabajo de estudio de Ozzy se ha ido convirtiendo en un clásico, que quizás no contó con la atención necesaria en su tiempo. Está claro que el Metal a comienzos de los noventa vivió un bajón, siendo bandas más alternativas de este género las únicas que lograron conquistar la década (Pantera, White Zombie, Marilyn Manson), pero No More Tears obvio el contexto, y se impuso como una verdadera obra de un Rock bien variado, con hartos cortes destinados a la eternidad. Con un Zakk Wilde desatado, el disco cuenta con la particularidad de no tener puntos bajos, cosa que se había perdido en sus últimos álbumes. Si Mama I'm Coming Home conquistó las radios, No More Tears causo orgasmos en la comunidad más guitarrera.
2. Blizzard of Ozz (1980)
El debut de Ozzy Osbourne contaba con todas las de perder. Su salida de Black Sabbath lo llevó por una profunda crisis, además que la opinión pública sinceramente no le tenía tanta fe. Contra todo pronóstico, Blizzard of Ozz superó las expectativas de manera magistral, sentando a Ozzy como uno de los referentes indiscutidos del Rock más pesado. Gran parte de los elogios se los llevó el guitarrista Randy Rhoads, quién aportó con una propuesta equilibrada entre virtuosismo y sensibilidad, siendo la influencia de la música clásica de corte más tétrico, su principal motor para que el ex-Black Sabbath desempolvara grandes joyas. Acá están Crazy Train y Mr. Crowley, también Suicide Solution, Goodbye to Romance o el corto pero mágico interludio de Rhoads llamado Dee.
1. Diary of a Madman (1981)
Las buenas ventas y críticas cosechadas en Blizzard of Ozz, llevaron a la dupla de Ozzy y Rhoads por caminos mucho más oscuros, generando composiciones que bordean la linea entre el ocultismo y las drogas. El segundo álbum llevó por nombre Diary of a Madman y fue el último en el que participó el prodigioso guitarrista. Acá las guitarras se alzan como verdaderas montañas rocosas, tan duras e impenetrables, que solo un talento como Rhoads pudo sensibilizar de vez en cuando, con intros acústicas y una que otra linea melódica. ¿Por qué es el mejor? Desde mi punto de vista, es el trabajo en el que Ozzy Osbourne saca a relucir sus mejores dotes como compositor e intérprete. Acá no hay hits como en su debut, pero sí mucha más cohesión. Canciones que siempre tienen algo nuevo que decir, como la épica You Can't Kill Rock & Roll, la poderosa Over the Mountain, la oscura Believer, Flying High Again y su sicodelia metalera. Todas perfectas composiciones, que brotan de las raíces de un árbol tan eterno como la propia Diary of a Madman, canción que cierra el disco de la mejor manera posible. El equilibrio entre la locura y sabiduría.
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