PJ Harvey
Entrevista Los
Inrockuptibles
Publicada en noviembre del 1998
Por: Richard Robert
Los tiempos de rabia e intensidad musical parecían quedar
atrás para quien había hecho discos tan viscerales como Dry y Rid of Me. Y
bajando un par de cambios aparecía Is
This Desire?, cuarto álbum en el que se toma el tiempo necesario para
reflexionar y mirar a su alrededor con mayor serenidad. Esta entrevista revela
aquellos momentos, o de cómo una chica intempestiva encontraba la paz.
Cuando debutaste con
el disco Dry, todos te consideraban
una persona muy decidida, muy solida. ¿Era realmente así?
No sabía muy bien lo que hacía… Siempre tuve mucha voluntad.
Cuando decidía hacer algo, iba hasta el final. Era una época en la que creía
que tenía razón en todo. No podía ver más que una sola manera de hacer las
cosas: la mía. Ahora me siento mucho más abierta. Cuando veo una foto mía de la
época de Dry, tengo ganas de decir
“¡Ábrete un poco y diviértete, querida, no seas tan seria!”. Sigo tomándome las
cosas de una manera muy intensa, pero trato de ponerlas en perspectiva.
Necesité bastantes años para empezar a reírme, a relajarme. Era una carrera
permanente contra el tiempo: siempre estaba pensando en la próxima etapa, nunca
estaba ahí, no me tomaba el trabajo de disfrutar de cada momento. A veces
pienso que no supe aprovechar esa época. Eso me pone un poco triste, siento que
me perdí un montón de oportunidades, un montón de caminos que no exploré… De
alguna manera, siento que actualmente estoy viviendo mis dieciochos o mis
veinte años: a penas estoy empezando a despertarme, a profundizar mis
elecciones, a explotar. Interiormente, me siento como una niña. Como si
descubriera todo por primera vez.
Al escuchar Is This Desire?, se percibe que hoy
estás más concentrada en el trabajo musical, y no solamente en la expresión
pura.
En la época de Dry sentía
una ebullición interior tan grande que mi único deseo era que eso saliera, que
brotara de mí. Las canciones provenían entonces, directamente de ese flujo y de
esa necesidad imperiosa de expulsarlo. En cierta forma, no tenía que trabajar
ni que modelar la música: surgía como un torrente que me parecía inútil
canalizar. Cuando escucho estas primeras grabaciones, me parecen a la vez
repletas de energía y atormentadas por la furia. Ahora tengo más ganas de
explorar. Para mí, hoy en día, triturar, trabajar una música es como buscar un
terreno ideal, un marco dentro del cual poder expresar de la mejor manera
posible lo que siento. Invertí el proceso. Pienso mucho más las cosas –lo que
no quiere decir que vaya a ocultar mis violencias, mis turbulencias, mis
preguntas: sencillamente, quiero tocarlas lo más cerca posible-. No ceder
sistemáticamente a la urgencia, a la verdad a veces ilusoria del primer
impulso. Quiero estar lo más cerca posible de todo lo que puedo encontrar en
esta tierra: gente, sentimientos, lugares. Envejecí: fatalmente, eso te vuelve
más inteligente.
¿Tu nuevo disco
rescata este crecimiento?
La semana después de que terminamos Is This Desire?, me sentí realmente feliz. Fue bastante anormal
para mí: siempre me sentí muy incómoda y muy crítica después de grabar un
disco. Este álbum tuvo un periodo de maduración muy largo… Escribí todas esas
canciones en casa, cuatro canales, durante el 96. A principios del 97 entramos
al estudio: después de seis semanas ya estaba todo grabado. Estaba previsto que
en ese momento íbamos a hacer una pequeña pausa, antes de empezar con la
mezcla. Pero ese simple break se terminó transformando poco a poco en un año de
interrupción.
¿Qué explicación le
das a eso ahora?
Emocionalmente, fue un periodo un poco difícil. Como si no
estuviera lo suficientemente ubicada interiormente como para dedicarme
realmente a esas canciones. Así que las dejé reposar un tiempo. Me dediqué a
hacer algunas colaboraciones –principalmente con Tricky y con Pascal Comelado-
y a la película de Hal Hartley.
Recién volví al estudio en mayo pasado, para grabar cosas nuevas y mezclar. Al
final fueron necesarios dos años y medio para terminar todo. Y sin duda es por
eso que estas canciones, finalmente, se me parecen tanto, y expresan con
exactitud lo que siento y lo que soy. Tomar distancia era algo bastante nuevo
para mí y me resultó muy placentero. Cuando terminas de grabar una canción, no
puedes escuchar realmente lo que quiere decir: no estás en el estado adecuado,
hay que desconectarse un rato, ir a ver lo que pasa afuera.
Por el contrario, en
el pasado, buscabas ante todo expresarte con urgencia. Sin haber perdido tu
intensidad, tu relación con la música hoy en día parece muy serena.
Cuando empecé, quería grabar lo más rápido posible. No
quería quedarme más de dos semanas en un estudio. Mi filosofía sencillamente
fue cambiando al envejecer, frené el ritmo. Quizás mi próximo disco no salga
hasta dentro de diez años… A medida que vas creciendo, quieres darles a las
cosas su justo valor. Elegir lo más importante. Uno está más atento a lo que
quiere que a lo que no quiere. Cuando eres más joven, no sabes diferenciar,
todo es más borroso, más desordenado. Así que pruebas todo, lo más rápido que
puedes. También tengo la suerte de estar actualmente un poco más estable:
alcancé el nivel de popularidad suficiente como para que mi sello discográfico
no me imponga el ritmo disco-gira. Ese tipo de rutina no ayuda a crear. No
tengo que ponerme a escribir cuando no tengo nada que decir, ni que conformarme
con cualquier proyecto.
¿Aprendiste mucho de
la música?
La música es todo para mí: mi manera de funcionar, de
sentir. Es un medio de expresión a través del cual puedo tratar de comprender
lo que me rodea. De alguna manera, me permite articular las cosas, es mi
lenguaje principal. Mi relación con la música es cotidiana. Siempre tengo la
sensación de estar escuchando, de tener ideas: nunca abandono mi espíritu ni mi
corazón. La música llega en todo momento hasta mí, esté lavando los platos o
paseando. Un montón de música, de ideas, de palabras… la belleza de las
palabras nunca termina de fascinarme. El modo en que se las puede juntar para
superar las apariencias, desenmascarar la realidad, invertir los puntos de
vista. Puedo pasarme horas jugando con palabras.
Después de To Bring You My Love, hace tres años, decías
que te sentías más serena. Hasta tal punto que te preguntabas si ibas a
recuperar nuevamente la inspiración, si no lo habías dicho todo.
La sola idea de haber dicho algo tan terrible me da
escalofríos… porque siempre me siento en vísperas de nuevos descubrimientos. En
Is This Desire? Hay tantas cosas que
no había explorado antes… basta tomar las letras. En mi vida cotidiana pase por
nuevas experiencias que me permitieron avanzar en ese terreno. Espero ir
mejorando cada día un poco más como letrista. Escribo mucho –poesía, prosa-. Es
una actividad cotidiana, casi ininterrumpida. Hace un tiempo me sentía
bloqueada, atada. Sencillamente necesitaba vivir algunas cosas antes de poder
continuar.
En efecto, desde hace
tres años vienes realizando al mismo tiempo muchos proyectos muy diferentes:
colaboraciones, cine… ¿Eso significa que la música ya no ocupa el centro de tu
vida artística?
Lo descubrí estos últimos años. Me sorprendió la sensación
de plenitud que me invadió durante la filmación de la película de Hal Hartley: ser absorbida por un
personaje. Era algo muy parecido a mi modo de componer canciones. Fue una gran
sorpresa porque no pensaba que una forma de expresión diferente de la escritura
y el canto pudiera colmarme. Estoy muy excitada ante la perspectiva de filmar
de nuevo. Por supuesto, tengo conciencia de que el cine es una industria de
evasión, pero honestamente eso no me escandaliza demasiado. Yo misma, a veces,
pierdo un poco de vista la frontera entre lo real y lo imaginario, entre lo que
es mi vida y lo que pude haber visto en mis sueños, mientras dormía… ¿Quién
puede saber dónde está la realidad? También me dedico a la escultura desde hace
varios años. De vez en cuando me pongo a jugar con el material, nada demasiado
serio. Hago alguna cosita por año, nada más. Pienso que mi aproximación a la
música está demasiado cerca de la escultura como para que puedan coexistir:
siempre estructuro y construyo mis canciones puliendo, tratando de volverá la esencia de las cosas. La música es una
hermosa manera de eliminar lo superfluo.
¿Dejaste de lado la
dimensión teatral de tus recitales porque el cine colmó tus aspiraciones de
actriz?
Seguramente. En el 95 solía tener ganas de acentuar la
teatralidad de mis conciertos. Quería probar muchas ropas, maquillajes,
movimientos… Creo que me perdí un poco. Antes que nada soy una songwritter, una
cantante que toca la guitarra y los teclados. Hoy prefiero concentrarme de
nuevo en la música antes que dejarme absorber por el aspecto visual de mi
trabajo. Lo que más me importa es cantar lo más correctamente posible. Incluso
la guitarra puede volverse un obstáculo: hay que utilizar todo el cuerpo para
cantar bien. Por eso pienso alternar a partir de ahora la formula
canto-guitarra con canto solo.
¿Esas experiencias
alimentan tu música? ¿Estás al tanto de la música, las letras y la poesía de
otros artistas?
La mayor parte del tiempo tiendo a aislarme. No escucho
demasiada música. No leo los diarios. A decir verdad, me siento bastante
desfasada. No sé si es bueno no para escribir. Me contento con mirar algunas
películas y principalmente encontrarme con gente. Camino, miro todo, abro los
ojos y las orejas –sobre todo al silencio-. Simplemente trato de vivir el
momento y de compartir las cosas un poco más. Hace algunos años estaba a menudo
muy sola. Pero también en eso las cosas cambiaron mucho.
En este disco te
rodeaste de viejos cómplices como John
Parish, Mick Harvey, Rob Ellis, Eric Drew Feldman o el productor Flood. ¿Les dejaste las manos más
libres?
Absolutamente. Cuando empecé, nunca hubiera permitido que
alguien cambiara algo de mis canciones. Nadie tenía derecho a hacer la menor
sugerencia. Esta vez, al trabajar con gente que conozco desde hace años, con
las que me siento cómoda, bajé la guardia. Todos se sorprendieron al ver cuánto
me había suavizado, cuánto más fácil era trabajar conmigo… El resultado es que
todos los temas son muy abiertos. Mi manera de componer y de estructurar las
cancines no cambio demasiado, pero ahora cuento con maneras muy distintas de
interpretarlas. Algunas canciones de Is
This Desire? Se transformaron completamente durante la última semana de
grabación. Hubo algunos “accidentes” que dieron lugar a cosas sorprendentes.
Estoy muy excitada ante la idea de interpretar en vivo un material tan maleable
como este, que puede cambiar de un día para otro.
En el disco hay un
trabajo de producción increíble: ese interés por el tratamiento sonoro parece
nuevo en ti…
Jugué con los sonidos como nunca lo había hecho. No conozco
demasiado el modo de funcionar de una consola. Así que simplemente me puse a
mover perillas, a desviar los sonidos en determinadas direcciones: en suma, me
divertí mucho. Esa curiosidad por el sonido surgió también de nuevos hábitos de
composición: hice muchas más canciones con los teclados que con la guitarra.
Pero nunca me gustaron los sonidos de teclado demasiado limpio. Para evitarlos,
tuve que distorsionarlos. En este disco hay sonidos bastante pesados, con bases
saturadas, temas muy duros. También hay climas mucho más estéreos, canciones
que despegan, impermeables. Tenía ganas de realizar este tipo de asociación,
esto es bastante nuevo para mí. Quería que hubiera mucha más… belleza, cosas
más etéreas, suspendidas, inasibles. Como signos de pregunta. Para mí, todas
las canciones del disco terminan en signos de pregunta, igual que el título.
¿El título del disco
(Is This Desire?) es una pregunta
angustiada?
No, ya no. Acepté que la vida puede resumirse en preguntas
cuya respuesta uno no necesariamente conoce; eso me impulsa a seguir
explorando. Y esas exploraciones me dan muchísimo placer. Me volví muy humilde.
Ya no tengo más respuestas hechas. Antes mi actitud estaba más dictada por el
miedo. Estaba asustada, a la defensiva. Era incapaz de interpretar mis
emociones, de entender por qué me despellejaba de esa manera. Creía que estaba
loca y me preguntaba si los demás sentirían las mismas cosas. Encaraba todo de
frente… Cuando me volví música profesional, no entendí mucho más. Me resultaba
muy incómodo que me trataran como si fuera una chica sólida y una artista
realizada. Porque no era así. Esa distorsión entre la imagen que proyectaba y
la persona que era me resultaba terrorífica. Pero por nada del mundo cambiaría
el recorrido que seguí. Necesitaba pasar por esas etapas. Ahora estoy mucho
menos enojada que antes. Es mucho menos cansador… Ahora prefiero entregarme en
la búsqueda de placer. Y también a la risa, que es una de las cosas más
extraordinarias que conozco.
¿Es ingenuo pensar
que tu personalidad cambio desde que volviste a instalarte en el campo?
Mi personalidad está íntimamente conectada con el campo, con
los paisajes, con la vida de acá: todo viene de aquí. También mi modo de
componer. Nací aquí. Traté de vivir muchas veces en ciudades. Y sencillamente
no es ahí donde mi espíritu quiere estar. Después de un tiempo, empiezo a
sentirme fatalmente vacía y tengo que regresar al campo. Tengo una necesidad
espiritual de naturaleza, de espacios abiertos. El campo colorea todo lo que
hago, vivo y siento.
En tus letras nuevas
hay muchas referencias a la naturaleza y a los elementos que antes.
Ahora admito sin ningún temor que soy una mujer
profundamente enraizada en el campo. Al principio, sencillamente no quería
aceptarlo, me parecía una debilidad; pero no era una debilidad: era mi vida.
Paso gran cantidad de tiempo caminando por la naturaleza, sintiendo las cosas.
Aunque recientemente me di cuenta de que también podía sentir cosas muy fuertes
en una ciudad. Fue en Nueva York: la
caída del sol sobre Hudson era magnifica, los edificios parecían árboles
gigantescos. Fue muy inspirador. Para mí, era algo nuevo encontrar paz en un
lugar como ese. Eso tal vez resuma bien mi cambio: mis ojos se abren más a las
bellezas que me rodean.
¿Te sientes más cerca
de la gente que vive en tu región?
Sí, acá hay mucha gente que me conoce desde hace años. Me
toman tal como soy, y eso me gusta mucho. Acá encontré un amplio círculo de
amigos, y mucho apoyo. Es gracioso porque la mayor parte de mis amigas y
colaboradores también viven en el campo… Rob
Ellis vive en un pueblo muy cerca de acá, John Parish vive en Bristol,
que es como un gran pueblo… En cuanto a Mick
Harvey, desde hace varios años es un gran apoyo. Puedo dirigirme a ellos en
cualquier momento, y no solo por cuestiones musicales. Son muy sólidos. Además,
como músicos, tenemos muchas cosas en común. Es evidente que no toco con ellos
o con Pascal Comelade al azar.
Tu voz nunca pareció
tan libre como en Is This Desire?...
Antes no tenía la menor idea de que un simple movimiento de
labios podría dar vuelta todo. Se puede cantar también partiendo de lugares
distintos en la cabeza, o tomar la voz de diferentes personas… Gracias a esos
ejercicios aparentemente ultra técnicos y un poco fastidiosos, fui mucho más
allá de todo lo que había podido explorar por mi cuenta. En To Bring You My Love todavía estaba
atrapada en un juego de roles que rozaban lo artificial. Como si hubiera
invitado a diferentes personajes a venir a cantar cada tema. En el disco nuevo,
y también en “Love Too Soon” (la
canción grabada con Pascal Comelade),
me permití ser simplemente Polly: sin
dudas por eso mi voz está más distendida, sin que se vea reducida a acrobacias
técnicas.
Entre tus músicos
favoritos hay muy pocas mujeres…
Es cierto que, generalmente, ningún nombre de mujer me viene
a la memoria… A la hora de trabajar, también prefiero la compañía de los
hombres. Muchos de mis amigos íntimos son hombres. Tal vez gracias a ese
entorno tengo la sensación de ser más sólida. En el pueblo donde crecí había
muchos muchachos, era entonces natural que jugara y pasara el tiempo con ellos.
Muy pronto me convertí en un verdadero hombrecito: pelo corto, pantalones. Más
tarde, nunca me sentí implicada en las discusiones y problemas “de mujeres”.
Por el contrario, codearme con los hombres me permitió escribir algunas letras
que adoptaban un punto de vista masculino –eso fue embarazoso para más de uno-.
Más allá de esto, siempre me pareció muy agradable y muy fácil ser una mujer.
Nunca tuve el menor problema en mi trayectoria musical. Incluso pienso que fue
una ventaja en más de un sentido, siempre conseguí lo que quería del sello
discográfico y del grupo.
Paradójicamente, en
tus nuevas letras usas mucho más “él” o “ella” que “yo”
Seguramente porque en estos últimos años me sentí muy…
dispersa como persona. Como cantante, me siento más íntegra, pero mi
personalidad está llena de facetas diferentes. Las que aparecen en Is This Desire? Me representan mucho
mejor que las de pasado al margen de esto, no hay que exagerar el carácter
autobiográfico de las letras. Trato de pintar emociones o episodios que
cualquiera pudo haber experimentado. Además, acepto las eventuales
contradicciones de mi escritura. La mayor parte de la gente tiene: ¿Por qué
tendría que estar hecha de un solo bloque?
No hay comentarios:
Publicar un comentario