De entre los tantos artistas que han estado en Lollapalooza
encabezando o secundando el evento, quizás el nombre más prestigioso que se
haya confirmado hasta ahora es la del legendario vocalista de Led Zeppelin,
Robert Plant en su faceta solitaria. Con varios discos a su haber, tanto
solistas como en colaboraciones aparte de los ocho lanzados oficialmente por
Zeppelin, la apuesta no va tanto por el lado de la nostalgia, más bien apuesta
por la constante reinvención que Plant ha cursado durante gran parte de su
carrera, dejando generalmente en segundo plano mucho de los temas que lo
hicieron famoso, variando muchas veces la forma en que toca estos clásicos,
cosa que más allá de parecer extraña, se acomoda de manera perfecta con lo que
el Golden boy viene haciendo con sus últimos discos solistas, en especial con
este último, en el cual se nota mucho más que antes la influencia Africana, con
el uso reiterado de percusiones y ritmos casi de ritual. Lo cierto es que Plant
es uno de los grandes confirmados del certamen, motivo por el que muchos no
quedaron conformes pero créanme, será de otro mundo ver a un monstruo, que a pesar
de que no tenga su tremenda voz de antaño, el solo hecho de escucharlo te deja
los pelos de punta, imaginen en vivo. Aquí mi experiencia de siempre con Plant
y los discos de Led Zeppelin pues nunca he seguido mucho su carrera en
solitario, solo sus discos más actuales como del 2004 para delante, lo que no
quiere decir que los otros sean malos, al contrario, escúchenlos no más.
Hay momentos en que el universo confabula para que ciertos
sucesos ocurran con el único fin de cambiar el mundo, la perspectiva, la manera
de percibir y de vivir y más allá de que actualmente The Beatles ocupe un lugar
casi sagrado como la mejor banda de rock y de pop de todos los tiempos, nada de
esto importaría mucho si no hubiesen aparecido cuatro “chascones” bajo el
nombre de The New Yardbirds que pasarían a ser Led Zeppelin. Jimmy Page, el artífice
de todo, después de tanto lesear como músico de sesión, decidió armar un grupo
para componer y tocar en vivo; John Paul Jones fue invitado por este ya que
habían trabajado juntos con The Yardbirds. De la Band of Joy aparecería Robert
Plant, un tipo con una presencia suprema y un gran registro vocal, justo lo que
buscaba Page ¿Y baterista? Plant conocía a un tal John Bonham y así comenzó
todo por allá por el año 1968.
35 años más tarde Led Zeppelin llegaría a mi vida con Stairway To Heaven y Black Dog y aunque de manera lenta y silenciosa se fue metiendo entre mis favoritas para escuchar, el primer disco que realmente me llegó fue el Led Zeppelin II y es que no me pude resistir a ese inmortal golpe de partida con Whole Lotta Love, ese riff se me quedó pegado y no pude evitar escuchar el álbum entero. What is and what should never be, una de las que toca Plant actualmente era una progresión para que apareciera The Lemon Song, una canción cochinona que desde el primer momento que la escuché no pude evitar rendirme a sus encantos. Entre los otros logros del disco, o sea todos los temas están los ya clásicos Heartbreaker, Moby Dick o Bring i ton home, dejando a su haber el álbum más pesado de la banda pero Led Zeppelin I puedo llegar a decir que me gustó más que este, a pesar de que muchas veces las canciones quedaban en el aire, Good Times Bad Times era demoledora, impaciente, como queriendo abrir luego el cascaron de lo que serian temas como Dazed and confused o Communication Breakdown o la sublime Babe, I’m Gonna Leave You, basada y adaptada de un tema de Joan Báez…era un potencial único basado en el blues y el folk, con tintes hard rock que ya en Led Zeppelin III obviarían un poco pero dejando uno de los discos que más escucho de la banda y uno de los que más quiero, pues es uno de los quiebres más arriesgados en cualquier banda en ascenso, después de un aplaudido Zeppelin II, nos encontramos con canciones más que nada acústicas. Out on the tiles o Friends darían un paso al costado años más adelante siendo consideradas verdaderas obras de arte por sus fans mientras que Immigrant Song suena y suena y nunca aburre, pero la que se lleva la corona de oro sin lugar a dudas es la tremenda Since I’ve Been Loving You que nos dejo a medio camino de lo que se venía en el futuro, uno que no parecía muy alentador para la prensa de ese tiempo que hizo pedazos el disco.
Led Zeppelin IV o el disco de los simbolistos es una clara
muestra de lo que es sacar un disco de estudio que perfectamente podría ser un
greatest hits y es que este disco es tan pero tan bueno que empieza con el
aullido de Black Dog, sigue con la furia de Rock and Roll, pasa por la mística
The Battle of Evermore, tocando el cielo con Stairway to Heaven, seduciendo con
Misty Mountain Hop, alterando el orden público con Four Sticks, repasando
momentos y recuerdos con Going to California y explotando de manera imparable
con la titánica propuesta de When the Levee Breaks; Nada más que decir. Luego
vendría ese al parecer lado B de Zepp IV que continuaba con la exploración, el
taquillero y grandioso House of the Holy que contiene la frenética The Song
Remains the Same, No quarter o la sexy D’yer Mak’er que se transformó en un hit
absoluto para las radios. Los últimos discos que escuché fueron Presense,
quizás el disco que menos he escuchado aunque tiene una fiel base de defensores
por temas insignes como Achilles Last Stand, luego el In Through the Out Door y
aquí uno se pregunta, ¿Hasta dónde pueden llegar? Pues los límites parecen no
acabar en lo musical con temas como Fool in the Rain o la que todavía pega
fuerte All my love y es que las cosas parecían rearmarse nuevamente para la
banda dejando un prometedor futuro que lamentablemente se vio truncado por la
lamentable muerte de John Bonham en el año 1980, después de eso vendría la
separación.
Esperen, me falta un disco jojojo pues claro, lo mejor para
el final, la obra magna magna magna que Led Zeppelin pudo haber escrito en toda
su carrera, el grandioso y omnipotente (hay que ponerle color) Physical
Graffiti, el único álbum doble que la banda firmo con canciones originales y
que se ha transformado en uno de los discos mejores logrados de la historia y
es que cuando nos preguntamos por qué tanto color la banda se toma por completo
tus oídos con la atronadora Custard Pie. Luego le van poniendo más color con
sonidos y ritmos que parecen no coordinar del todo en The Rover hasta que uno
se mete en esa jugosa línea instrumental que nos guía hasta la gran In my Time
of Dying con Page deslizándolas cuerdas de su guitarra hasta sacarle gloria y azúcar,
todo es tan prometedor que obligados a que nada dejara de existir, la canción
dura como 11 minutos. Plant cada vez, con un extraño cambio de voz se va
tomando el disco, aunque Page sigue usando sus artimañas para hacerse con las
mejores interpretaciones de su carrera y con esa tónica aparecen dos temas
juguetones, House of the Holy y Trampled Underfoot, ambas llenas de consciencia
e inconsciencia musical, locura y cordura, Yin y Yang, realidad y fantasía,
toda una apuesta para que aparezca el gigante que todos estábamos esperando,
Kashmir, uno de los temas más conocidos del grupo que hace gala de todo el
misticismo esotérico que ya venían explorando hace harto rato ¿Qué es esta brujería
dios mio? Suena más diabólica que todo el Black metal junto. De ahí pasamos al
segundo disco que contiene canciones más sueltas, igual de trabajadas pero
quizás mucho menos obsesivas con temas lentos como Ten years Gone que suena
inmortal hasta el día de hoy o la interminable In the Light. A mi parecer
siempre el disco uno me ha gustado más que el disco dos pero el disco dos es
mágico, hipnótico, oriental en todos los sentidos y con Down by the Seaside o
The Wanton song se deja en claro todo esto y más. Led Zeppelin con este disco a
mi parecer se consagro en todos los sentidos, la banda de culto, la banda mística,
la banda llena estadios, para toda la gente o para uno solo, toda la esencia se
encuentra inmersa en esta toneladas de composiciones en las que Page se
consagró consigo mismo.
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