lunes, 18 de mayo de 2015

La importancia de ser Joy Division


Muchas son las poleras que andan rondando en la ciudad con el logo del Unknown Pleasure de Joy Division, que al igual que su pariente nacido doce años atrás llamado The Velvet Underground & Nico, representan símbolos perfectos de que el mito alimenta la realidad hasta más no poder. Cada año crecen los fanáticos, que a pesar de que en la mayoría de los casos estos no se acercan por la música, sino más bien por la imagen legendaria que representa Ian Curtis, terminan rendidos ante una banda que superó con creces la imagen que se ha engendrado en torno a ellos. No es una simple banda de Punk ni de Rock, es Joy Division, algo totalmente opuesto a lo que querían alcanzar como grupo; es un ícono simbiótico de lo que significaba ser auténtico y real.

Nunca buscaron la fama de la que gozan actualmente, pero desde que los Joy Division comenzaron a tocar bajo el nombre de Warsaw, no pudieron hacerle quite a la inevitable estela Kafkiana que Bernard Sumner, Peter Hook, Stephen Morris e Ian Curtis irradiaban en sus presentaciones en vivo. No era otra simple banda de Punk que siguiera los pasos de Sex Pistols o Buzzcocks, aunque así lo quisieran; estaban muy alejados de parecerse a un grupo de rock progresivo o a una banda como Queen; no calzaban del todo, así que terminaron por engendrar un propio movimiento, que bajo la dirección de Tony Wilson, se logró establecer.

Lo inevitable comenzó a pasar y la banda, luego de tener sonando en diversas radios de carácter alternativo y universitario algunas de sus canciones como Digital o Transmission, y de ir generando cierto aumento en la concurrencia de sus shows, lanzaría su clásico debut Unknown Pleasure. Las reacciones no se hicieron esperar y como suele suceder la gente lo amó, la crítica les prestó atención, sus cercanos lo alabaron y a la banda no le gustó. Su oscura producción, lleno de vacíos y atmósferas infinitas, hicieron que canciones como Disorder, She’s Lost Control y New Dawn Faces sirvieran como la raíz de todo ese movimiento de Post-Punk que tomó influencias más oscuras y góticas, alejándose del New Wave de Blondie y el más “clásico” sonido experimental de Public Image Ltd.

Pero más allá de que Unknown Pleasure se haya transformado en el disco clave de la banda, y que Love Will Tear Us Apart apareciera como una depresiva canción de amor con ciertos coqueteos con la música Pop y las radios más establecidas, lo realmente fantástico yacía guardado en el que sería lamentablemente, el disco póstumo que dejaría la banda, luego de que un atormentado Ian Curtis se quitara la vida un día como hoy, 18 de mayo pero del año 1980. El impacto fue tanto, que las esperanzas por ver a una banda tan real y desgarradora como Joy Division en lo más alto, se perdieron rápidamente en manos de los excesos Pop que los años traían a la vuelta de la esquina. Un último suspiro para transformar a la figura de Ian Curtis en el escudo de una juventud aproblemada llegaría con Closer.


Lanzado en julio de ese mismo año, el disco significó el último momento entre una banda que ya pensaba en cambiar de dirección, siendo el abandono de la música una opción bastante probable, y el fantasma que les atormentaría por toda la vida, tanto como personas y músicos. Closer mostraba un sonido mucho más claro pero sin dejar de sonar vacío y oscuro, casi claustrofóbico, con ciertos acercamientos a lo que New Order haría en sus inicios, dejando canciones como Isolation, Colony, Heart and Soul, entre otras como testamentos hablados que nos ayudaron un poco a entender lo que pasaba por ese entonces en la mente de Ian Curtis.

Hoy se cumplen 35 años de la muerte de Ian Curtis, un músico sacado del imaginario de Franz Kafka, y que arrastra consigo la enorme carga de ser un icono cultural. A pesar de que todos los días del año sirven para recordar su música con Joy Division, nunca es un mal momento para hablar un poco sobre la importancia que él y sus compañeros tuvieron para el desarrollo de un movimiento, que dejó grandes legados y que impulsó la carrera de bandas como The Cure o U2, permitiéndoles ser lo grandes que son ahora, pues como todos sabemos, si Curtis no hubiese partido, probablemente Joy Division hubiese sido tan grandes como las recién mencionadas. Bueno, a gusto personal son más grandes y trascendentales que estas, con el debido respeto de Bono ochentero y Robert Smith.



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