jueves, 5 de marzo de 2015

Archivos en fuga: Entrevista a Pj Harvey


PJ Harvey

Entrevista Los Inrockuptibles
Publicada en noviembre del 1998
Por: Richard Robert


Los tiempos de rabia e intensidad musical parecían quedar atrás para quien había hecho discos tan viscerales como Dry y Rid of Me. Y bajando un par de cambios aparecía Is This Desire?, cuarto álbum en el que se toma el tiempo necesario para reflexionar y mirar a su alrededor con mayor serenidad. Esta entrevista revela aquellos momentos, o de cómo una chica intempestiva encontraba la paz.

Cuando debutaste con el disco Dry, todos te consideraban una persona muy decidida, muy solida. ¿Era realmente así?
No sabía muy bien lo que hacía… Siempre tuve mucha voluntad. Cuando decidía hacer algo, iba hasta el final. Era una época en la que creía que tenía razón en todo. No podía ver más que una sola manera de hacer las cosas: la mía. Ahora me siento mucho más abierta. Cuando veo una foto mía de la época de Dry, tengo ganas de decir “¡Ábrete un poco y diviértete, querida, no seas tan seria!”. Sigo tomándome las cosas de una manera muy intensa, pero trato de ponerlas en perspectiva. Necesité bastantes años para empezar a reírme, a relajarme. Era una carrera permanente contra el tiempo: siempre estaba pensando en la próxima etapa, nunca estaba ahí, no me tomaba el trabajo de disfrutar de cada momento. A veces pienso que no supe aprovechar esa época. Eso me pone un poco triste, siento que me perdí un montón de oportunidades, un montón de caminos que no exploré… De alguna manera, siento que actualmente estoy viviendo mis dieciochos o mis veinte años: a penas estoy empezando a despertarme, a profundizar mis elecciones, a explotar. Interiormente, me siento como una niña. Como si descubriera todo por primera vez.

Al escuchar Is This Desire?, se percibe que hoy estás más concentrada en el trabajo musical, y no solamente en la expresión pura.
En la época de Dry sentía una ebullición interior tan grande que mi único deseo era que eso saliera, que brotara de mí. Las canciones provenían entonces, directamente de ese flujo y de esa necesidad imperiosa de expulsarlo. En cierta forma, no tenía que trabajar ni que modelar la música: surgía como un torrente que me parecía inútil canalizar. Cuando escucho estas primeras grabaciones, me parecen a la vez repletas de energía y atormentadas por la furia. Ahora tengo más ganas de explorar. Para mí, hoy en día, triturar, trabajar una música es como buscar un terreno ideal, un marco dentro del cual poder expresar de la mejor manera posible lo que siento. Invertí el proceso. Pienso mucho más las cosas –lo que no quiere decir que vaya a ocultar mis violencias, mis turbulencias, mis preguntas: sencillamente, quiero tocarlas lo más cerca posible-. No ceder sistemáticamente a la urgencia, a la verdad a veces ilusoria del primer impulso. Quiero estar lo más cerca posible de todo lo que puedo encontrar en esta tierra: gente, sentimientos, lugares. Envejecí: fatalmente, eso te vuelve más inteligente.

¿Tu nuevo disco rescata este crecimiento?
La semana después de que terminamos Is This Desire?, me sentí realmente feliz. Fue bastante anormal para mí: siempre me sentí muy incómoda y muy crítica después de grabar un disco. Este álbum tuvo un periodo de maduración muy largo… Escribí todas esas canciones en casa, cuatro canales, durante el 96. A principios del 97 entramos al estudio: después de seis semanas ya estaba todo grabado. Estaba previsto que en ese momento íbamos a hacer una pequeña pausa, antes de empezar con la mezcla. Pero ese simple break se terminó transformando poco a poco en un año de interrupción. 

¿Qué explicación le das a eso ahora?
Emocionalmente, fue un periodo un poco difícil. Como si no estuviera lo suficientemente ubicada interiormente como para dedicarme realmente a esas canciones. Así que las dejé reposar un tiempo. Me dediqué a hacer algunas colaboraciones –principalmente con Tricky y con Pascal Comelado- y a la película de Hal Hartley. Recién volví al estudio en mayo pasado, para grabar cosas nuevas y mezclar. Al final fueron necesarios dos años y medio para terminar todo. Y sin duda es por eso que estas canciones, finalmente, se me parecen tanto, y expresan con exactitud lo que siento y lo que soy. Tomar distancia era algo bastante nuevo para mí y me resultó muy placentero. Cuando terminas de grabar una canción, no puedes escuchar realmente lo que quiere decir: no estás en el estado adecuado, hay que desconectarse un rato, ir a ver lo que pasa afuera. 

Por el contrario, en el pasado, buscabas ante todo expresarte con urgencia. Sin haber perdido tu intensidad, tu relación con la música hoy en día parece muy serena.
Cuando empecé, quería grabar lo más rápido posible. No quería quedarme más de dos semanas en un estudio. Mi filosofía sencillamente fue cambiando al envejecer, frené el ritmo. Quizás mi próximo disco no salga hasta dentro de diez años… A medida que vas creciendo, quieres darles a las cosas su justo valor. Elegir lo más importante. Uno está más atento a lo que quiere que a lo que no quiere. Cuando eres más joven, no sabes diferenciar, todo es más borroso, más desordenado. Así que pruebas todo, lo más rápido que puedes. También tengo la suerte de estar actualmente un poco más estable: alcancé el nivel de popularidad suficiente como para que mi sello discográfico no me imponga el ritmo disco-gira. Ese tipo de rutina no ayuda a crear. No tengo que ponerme a escribir cuando no tengo nada que decir, ni que conformarme con cualquier proyecto.

¿Aprendiste mucho de la música?
La música es todo para mí: mi manera de funcionar, de sentir. Es un medio de expresión a través del cual puedo tratar de comprender lo que me rodea. De alguna manera, me permite articular las cosas, es mi lenguaje principal. Mi relación con la música es cotidiana. Siempre tengo la sensación de estar escuchando, de tener ideas: nunca abandono mi espíritu ni mi corazón. La música llega en todo momento hasta mí, esté lavando los platos o paseando. Un montón de música, de ideas, de palabras… la belleza de las palabras nunca termina de fascinarme. El modo en que se las puede juntar para superar las apariencias, desenmascarar la realidad, invertir los puntos de vista. Puedo pasarme horas jugando con palabras.

Después de To Bring You My Love, hace tres años, decías que te sentías más serena. Hasta tal punto que te preguntabas si ibas a recuperar nuevamente la inspiración, si no lo habías dicho todo.
La sola idea de haber dicho algo tan terrible me da escalofríos… porque siempre me siento en vísperas de nuevos descubrimientos. En Is This Desire? Hay tantas cosas que no había explorado antes… basta tomar las letras. En mi vida cotidiana pase por nuevas experiencias que me permitieron avanzar en ese terreno. Espero ir mejorando cada día un poco más como letrista. Escribo mucho –poesía, prosa-. Es una actividad cotidiana, casi ininterrumpida. Hace un tiempo me sentía bloqueada, atada. Sencillamente necesitaba vivir algunas cosas antes de poder continuar.


En efecto, desde hace tres años vienes realizando al mismo tiempo muchos proyectos muy diferentes: colaboraciones, cine… ¿Eso significa que la música ya no ocupa el centro de tu vida artística?
Lo descubrí estos últimos años. Me sorprendió la sensación de plenitud que me invadió durante la filmación de la película de Hal Hartley: ser absorbida por un personaje. Era algo muy parecido a mi modo de componer canciones. Fue una gran sorpresa porque no pensaba que una forma de expresión diferente de la escritura y el canto pudiera colmarme. Estoy muy excitada ante la perspectiva de filmar de nuevo. Por supuesto, tengo conciencia de que el cine es una industria de evasión, pero honestamente eso no me escandaliza demasiado. Yo misma, a veces, pierdo un poco de vista la frontera entre lo real y lo imaginario, entre lo que es mi vida y lo que pude haber visto en mis sueños, mientras dormía… ¿Quién puede saber dónde está la realidad? También me dedico a la escultura desde hace varios años. De vez en cuando me pongo a jugar con el material, nada demasiado serio. Hago alguna cosita por año, nada más. Pienso que mi aproximación a la música está demasiado cerca de la escultura como para que puedan coexistir: siempre estructuro y construyo mis canciones puliendo, tratando de volverá  la esencia de las cosas. La música es una hermosa manera de eliminar lo superfluo.


¿Dejaste de lado la dimensión teatral de tus recitales porque el cine colmó tus aspiraciones de actriz?
Seguramente. En el 95 solía tener ganas de acentuar la teatralidad de mis conciertos. Quería probar muchas ropas, maquillajes, movimientos… Creo que me perdí un poco. Antes que nada soy una songwritter, una cantante que toca la guitarra y los teclados. Hoy prefiero concentrarme de nuevo en la música antes que dejarme absorber por el aspecto visual de mi trabajo. Lo que más me importa es cantar lo más correctamente posible. Incluso la guitarra puede volverse un obstáculo: hay que utilizar todo el cuerpo para cantar bien. Por eso pienso alternar a partir de ahora la formula canto-guitarra con canto solo.

¿Esas experiencias alimentan tu música? ¿Estás al tanto de la música, las letras y la poesía de otros artistas?
La mayor parte del tiempo tiendo a aislarme. No escucho demasiada música. No leo los diarios. A decir verdad, me siento bastante desfasada. No sé si es bueno no para escribir. Me contento con mirar algunas películas y principalmente encontrarme con gente. Camino, miro todo, abro los ojos y las orejas –sobre todo al silencio-. Simplemente trato de vivir el momento y de compartir las cosas un poco más. Hace algunos años estaba a menudo muy sola. Pero también en eso las cosas cambiaron mucho.

En este disco te rodeaste de viejos cómplices como John Parish, Mick Harvey, Rob Ellis, Eric Drew Feldman o el productor Flood. ¿Les dejaste las manos más libres?
Absolutamente. Cuando empecé, nunca hubiera permitido que alguien cambiara algo de mis canciones. Nadie tenía derecho a hacer la menor sugerencia. Esta vez, al trabajar con gente que conozco desde hace años, con las que me siento cómoda, bajé la guardia. Todos se sorprendieron al ver cuánto me había suavizado, cuánto más fácil era trabajar conmigo… El resultado es que todos los temas son muy abiertos. Mi manera de componer y de estructurar las cancines no cambio demasiado, pero ahora cuento con maneras muy distintas de interpretarlas. Algunas canciones de Is This Desire? Se transformaron completamente durante la última semana de grabación. Hubo algunos “accidentes” que dieron lugar a cosas sorprendentes. Estoy muy excitada ante la idea de interpretar en vivo un material tan maleable como este, que puede cambiar de un día para otro.

En el disco hay un trabajo de producción increíble: ese interés por el tratamiento sonoro parece nuevo en ti…
Jugué con los sonidos como nunca lo había hecho. No conozco demasiado el modo de funcionar de una consola. Así que simplemente me puse a mover perillas, a desviar los sonidos en determinadas direcciones: en suma, me divertí mucho. Esa curiosidad por el sonido surgió también de nuevos hábitos de composición: hice muchas más canciones con los teclados que con la guitarra. Pero nunca me gustaron los sonidos de teclado demasiado limpio. Para evitarlos, tuve que distorsionarlos. En este disco hay sonidos bastante pesados, con bases saturadas, temas muy duros. También hay climas mucho más estéreos, canciones que despegan, impermeables. Tenía ganas de realizar este tipo de asociación, esto es bastante nuevo para mí. Quería que hubiera mucha más… belleza, cosas más etéreas, suspendidas, inasibles. Como signos de pregunta. Para mí, todas las canciones del disco terminan en signos de pregunta, igual que el título.

¿El título del disco (Is This Desire?) es una pregunta angustiada?
No, ya no. Acepté que la vida puede resumirse en preguntas cuya respuesta uno no necesariamente conoce; eso me impulsa a seguir explorando. Y esas exploraciones me dan muchísimo placer. Me volví muy humilde. Ya no tengo más respuestas hechas. Antes mi actitud estaba más dictada por el miedo. Estaba asustada, a la defensiva. Era incapaz de interpretar mis emociones, de entender por qué me despellejaba de esa manera. Creía que estaba loca y me preguntaba si los demás sentirían las mismas cosas. Encaraba todo de frente… Cuando me volví música profesional, no entendí mucho más. Me resultaba muy incómodo que me trataran como si fuera una chica sólida y una artista realizada. Porque no era así. Esa distorsión entre la imagen que proyectaba y la persona que era me resultaba terrorífica. Pero por nada del mundo cambiaría el recorrido que seguí. Necesitaba pasar por esas etapas. Ahora estoy mucho menos enojada que antes. Es mucho menos cansador… Ahora prefiero entregarme en la búsqueda de placer. Y también a la risa, que es una de las cosas más extraordinarias que conozco.

¿Es ingenuo pensar que tu personalidad cambio desde que volviste a instalarte en el campo?
Mi personalidad está íntimamente conectada con el campo, con los paisajes, con la vida de acá: todo viene de aquí. También mi modo de componer. Nací aquí. Traté de vivir muchas veces en ciudades. Y sencillamente no es ahí donde mi espíritu quiere estar. Después de un tiempo, empiezo a sentirme fatalmente vacía y tengo que regresar al campo. Tengo una necesidad espiritual de naturaleza, de espacios abiertos. El campo colorea todo lo que hago, vivo y siento.


En tus letras nuevas hay muchas referencias a la naturaleza y a los elementos que antes.
Ahora admito sin ningún temor que soy una mujer profundamente enraizada en el campo. Al principio, sencillamente no quería aceptarlo, me parecía una debilidad; pero no era una debilidad: era mi vida. Paso gran cantidad de tiempo caminando por la naturaleza, sintiendo las cosas. Aunque recientemente me di cuenta de que también podía sentir cosas muy fuertes en una ciudad. Fue en Nueva York: la caída del sol sobre Hudson era magnifica, los edificios parecían árboles gigantescos. Fue muy inspirador. Para mí, era algo nuevo encontrar paz en un lugar como ese. Eso tal vez resuma bien mi cambio: mis ojos se abren más a las bellezas que me rodean. 

¿Te sientes más cerca de la gente que vive en tu región?
Sí, acá hay mucha gente que me conoce desde hace años. Me toman tal como soy, y eso me gusta mucho. Acá encontré un amplio círculo de amigos, y mucho apoyo. Es gracioso porque la mayor parte de mis amigas y colaboradores también viven en el campo… Rob Ellis vive en un pueblo muy cerca de acá, John Parish vive en Bristol, que es como un gran pueblo… En cuanto a Mick Harvey, desde hace varios años es un gran apoyo. Puedo dirigirme a ellos en cualquier momento, y no solo por cuestiones musicales. Son muy sólidos. Además, como músicos, tenemos muchas cosas en común. Es evidente que no toco con ellos o con Pascal Comelade al azar.

Tu voz nunca pareció tan libre como en Is This Desire?...
Antes no tenía la menor idea de que un simple movimiento de labios podría dar vuelta todo. Se puede cantar también partiendo de lugares distintos en la cabeza, o tomar la voz de diferentes personas… Gracias a esos ejercicios aparentemente ultra técnicos y un poco fastidiosos, fui mucho más allá de todo lo que había podido explorar por mi cuenta. En To Bring You My Love todavía estaba atrapada en un juego de roles que rozaban lo artificial. Como si hubiera invitado a diferentes personajes a venir a cantar cada tema. En el disco nuevo, y también en “Love Too Soon” (la canción grabada con Pascal Comelade), me permití ser simplemente Polly: sin dudas por eso mi voz está más distendida, sin que se vea reducida a acrobacias técnicas.

Entre tus músicos favoritos hay muy pocas mujeres…
Es cierto que, generalmente, ningún nombre de mujer me viene a la memoria… A la hora de trabajar, también prefiero la compañía de los hombres. Muchos de mis amigos íntimos son hombres. Tal vez gracias a ese entorno tengo la sensación de ser más sólida. En el pueblo donde crecí había muchos muchachos, era entonces natural que jugara y pasara el tiempo con ellos. Muy pronto me convertí en un verdadero hombrecito: pelo corto, pantalones. Más tarde, nunca me sentí implicada en las discusiones y problemas “de mujeres”. Por el contrario, codearme con los hombres me permitió escribir algunas letras que adoptaban un punto de vista masculino –eso fue embarazoso para más de uno-. Más allá de esto, siempre me pareció muy agradable y muy fácil ser una mujer. Nunca tuve el menor problema en mi trayectoria musical. Incluso pienso que fue una ventaja en más de un sentido, siempre conseguí lo que quería del sello discográfico y del grupo.

Paradójicamente, en tus nuevas letras usas mucho más “él” o “ella” que “yo”
Seguramente porque en estos últimos años me sentí muy… dispersa como persona. Como cantante, me siento más íntegra, pero mi personalidad está llena de facetas diferentes. Las que aparecen en Is This Desire? Me representan mucho mejor que las de pasado al margen de esto, no hay que exagerar el carácter autobiográfico de las letras. Trato de pintar emociones o episodios que cualquiera pudo haber experimentado. Además, acepto las eventuales contradicciones de mi escritura. La mayor parte de la gente tiene: ¿Por qué tendría que estar hecha de un solo bloque?








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