Kevin Shields
Entrevista Los Inrockuptibles
Publicada en mayo del 2008 (original 1991)
Por: Bates & Beauvallet
Veinte años después del comienzo de una carrera tan fugaz como significativa -en la que dejarían como legado dos álbumes y varios simples, para desaparecer de manera repentina- My Bloody Valentine volvía a reunirse: en 2008 se embarcaban en una gira mundial que los traía de vuelta al ruedo (y al ruido). Aquí, una vieja entrevista con Kevin Shields, líder de la banda, cuando mostraban Loveless, paradigma del rock de los noventa.
Kevin Shields: Siempre tuve una obsesión que me cautivó totalmente. Durante años, solo me interesaban las artes marciales. Entre los catorce y los dieciséis años me sumergí por completo en las filosofías de estas disciplinas. A esa edad, uno busca todavía su propia voz. Gracias a las artes marciales, dejé de ser el chico que todos agredían en la escuela. Podía defenderme y no tenía miedo: me dejaban tranquilo por primera vez. Yo no quería golpear a nadie, toda la violencia que dormía en mi fue expulsada. Estaba tan bien que no le deseaba el mal a nadie. Ya no les tenía miedo a los demás, sabía que los podía hacer retroceder sin violencia, impresionándolos con mi calma… A esa edad las diferencias de tamaño pueden ser inmensas, y los más grandes aprovechan para aterrorizar a los más pequeños. Pero yo no retrocedía, tenía tanta confianza en mí que ellos terminaban retrocediendo. Aprendí mucho de esta experiencia. Éramos un grupo de cuatro o cinco, y las artes marciales eran nuestro único tema de conversación. Uno de mis compañeros había empapelado las paredes y el techo de su cuarto con fotos de Bruce Lee. Gracias a eso, yo me volví una persona no violenta, nunca me peleé. Pero, ya de adulto, la violencia comenzó a salir a la superficie. El miedo me había tomado, y reaccioné mal cuando tendría que haber estado calmo. Por el contrario, la violencia está bien en nuestra música. Yo siempre quise que mi guitarra fuera como un animal salvaje. Como pasa con Jimi Hendrix. A veces, uno tiene la impresión de que se le escapa totalmente, que cabalga una bestia furiosa. Admiro ese caos.
¿De donde viene la fascinación por la guitarra como objeto?
Las guitarras son las que hacen la música, mucho más que un teclado. Una linda guitarra te da ganas de tocar. En un sintetizador se siente que se trata de un producto. A todo lo que se produce en masa le falta belleza, le falta alma… Una bella guitarra, de un bello color, te habla, existe por sí misma. Cuando tocas, sientes que tiene vida, que sucede algo. Yo nunca podría componer con una horrible guitarra fabricada en serie.
My Bloody Valentine era un grupo muy presente en la escena y los medios antes del parate de dos años entre Isn’t Anything y Loveless. ¿Qué sentiste durante ese silencio?
Yo había perdido totalmente ese sentimiento de “competencia”. A veces, el simple hecho de sacar un disco mejor que el de al lado me hacía feliz: amo esa pequeña competencia. Pero durante dos años no me interesó en absoluto, no quería saber nada de lo que estaba pasando. No obstante, tengo la necesidad de sacar discos, tocar en vivo, recibir el feedback del público. Después de dos años de distancia, tenía necesidad de saber, ya que vivíamos replegados sobre nosotros mismos, sin conocer la mínima opinión del exterior.
¿Fue por esa razón que sacaron dos simples durante ese tiempo, para probarle al mundo que seguían ahí?
Cuando salió el ep Glider, pensábamos que el álbum saldría cuatro meses más tarde. Lo mismo sucedió con Tremolo, pensábamos terminar seis meses más tarde, pero no nos habíamos movido.
¿Sentían la necesidad de demostrar que el grupo seguía vivo?
En cierta forma, sí. Igualmente nos permitía no trabajar en el álbum, dejarlo apartado. Tuve que aprender el oficio de ingeniero de sonido cuando estábamos en el estudio, se volvió una necesidad. No quería tener más con ingenieros, nunca nos entienden. Hay que pelearse, y no tiene sentido. En Inglaterra existen tres tipos de estudio: los bien equipados, caros, eficaces, agradables; los podridos, baratos y menos equipados; pero los peores son los estudios “promedio”. Nadie se ocupa del mantenimiento, los técnicos no saben aprovechar los equipos que tienen. Dado el tiempo que nos tomó la grabación del disco, nuestro sello, Creation, prefirió alquilar uno de esos estudios. Nos acusaban de no haber grabado más que las guitarras en seis meses, lo cual era probablemente cierto. El grupo estaba en un círculo vicioso: trabajábamos lento, y por eso nos proporcionaron un estudio en mal estado, lo que contribuyó a que trabajáramos todavía más lentamente. Pero no puedo culparme más que a mí. Si le hubiera prometido a Alan (McGee, dueño de Creation) que grabaríamos todo en un mes, nos habría alquilado un mejor estudio. Pero sé que no se puede contar conmigo.
¿Todos son tan lentos o eres tú el que frena a la banda?
Los seis últimos meses de grabación fueron muy raros… Yo estaba permanentemente en el estudio, muchas veces con Colm, el baterista. Entre los dos podíamos hacer todo, no necesitábamos a nadie. Belinda y Debbie no venían más que cuando tenían ganas. Al principio, no les molestaba. Pero después de un año y medio, se comenzaron a fastidiar
¿No preparas nunca demos de las canciones antes de grabar?
La verdad es que nos malacostumbramos. Siempre evitamos escribir canciones en el estudio. Llegaba con una vaga idea en la cabeza y construíamos de a pedazos. Pensaba que teníamos una receta milagrosa, pero con Loveless no funcionó. Pude encontrar las melodías con la misma facilidad que siempre, pero no sucedió lo mismo con el resto de las cosas. Fuimos de catástrofe en catástrofe. Tendríamos que haber frenado, volver a empezar a partir de las nuevas bases. Pero nos habíamos encaprichado, intentamos superar los obstáculos a la fuerza… Nunca antes habíamos estado en una posición tan crítica. Después Colm se enfermó, no podía tocar más la batería. En lugar de abandonar el estudio por algunos meses, lo forzamos a tocar costara lo que costara… Cuando llegó el momento de grabar guitarras, ya no podía más, estaba quemado y vacío. Pero aun así seguimos avanzando con la cabeza gacha, creyendo que la inspiración tarde o temprano vendría. Sin embargo, en casa encontraba miles de melodías. Me tiraba al piso, agarraba la guitarra y tocaba mirando la televisión. A veces daba con veinticinco melodías por día. Pero en el estudio había que trabajar con seriedad: no podía utilizar esos fragmentos de canciones que componía para entretenerme.
Alguna vez dijiste que querías grabar rápido para no matar la espontaneidad…
Desafortunadamente, lo sigo creyendo. En el futuro, vamos a dedicar meses enteros a trabajar las canciones, para pulirlas y grabarlas a toda velocidad. Por nada del mundo querría volver a pasar tanto tiempo encerrado en el estudio. A lo largo de los años, nuestro mayor deseo siempre fue no morir de aburrimiento.
¿Por momentos te molestaba que ésa fuera tu forma de ganarte la vida?
Lo habría estado si ganara mucho dinero, si especulara con la mediocridad. Pero todo lo que ganamos lo reinvertimos en el grupo, para mejorarlo. No me interesa ser rico. Todo lo contrario, estoy obsesionado con los estafadores. Veo demasiados grupos explotados, y eso me vuelve loco. Sé que se trata de un viejo cliché, que todo el mundo está de acuerdo, pero hay que estar atentos. Con mi hermana Anne-Marie, que maneja el grupo, somos conocidos como los “puteadores”. Rechazamos las órdenes, es una guerra constante. Por el momento no ganamos ninguna batalla significativa, pero sé que llegará. Tengo una válvula de seguridad: hago hoy lo que me gusta para no tener que escribir de forma comercial para otros grupos cuando sea viejo. Este grupo no existe por ninguna razón en particular justamente por motivos enteramente idealistas.
Se dice que Loveless le costó demasiado dinero a Creation y que el sello nunca lo recuperará.
En realidad el presupuesto que utilizamos es minúsculo para una gran casa de discos. La mayor parte de los discos que uno escucha costó más que el nuestro, hasta cinco veces su precio.
¿No te sientes responsable de la bancarrota del sello?
¿Por qué me sentiría culpable? Si ellos hacen firmar contratos a sus grupos, deben poder soportar las consecuencias. Nadie los obliga a trabajar con grupos caros. De todas formas, estoy seguro de que se recuperará el dinero en los próximos seis meses. Nosotros fuimos el primer grupo que firmó con Creation. Gracias a nosotros, el sello ganó profesionalismo. Antes de nosotros eran amateurs. No quiero citar nombres, pero ciertos grupos que no venderán jamás un disco le costaron más caros que nosotros a Creation. Sobre todo en la música dance. El sello invirtió fortunas que no recuperará jamás. No le debo nada a nadie.
¿Eres posesivo con el grupo?
Hay que ser realistas: soy el que dirige, el que hace de motor. Pero ellos son más concretos que yo, por eso me permiten avanzar. Son más sólidos, más realistas, mis ideas los necesitan. El escenario es mi punto débil. Me siento mejor en el estudio.
Invertiste mucho en Loveless. ¿No tienes miedo de vaciarte totalmente un día?
Eso ocurre desde hace mucho tiempo. Estoy completamente frito, totalmente evaporado. Perdí lo que me daba fuerza desde hace años. No me queda más que el vacío, la frustración… Tuve que escarbar en mi cerebro, no queda nada. Hay que buscar en otra parte, algo se rompió. Hoy soy incapaz de entrar en un estudio y de parir un álbum. La fuente simplemente se agotó… No me interesaba para nada hacer un disco cuando veía la Guerra del Golfo por la tele. Tenía la impresión de perder mi tiempo, todo me parecía irrisorio.
¿Eres naturalmente depresivo?
Bastante… Alrededor mío, todos fueron sacudidos por profundas depresiones. No sé si está ligado a la edad, a la proximidad de los treinta; el caso es que todos vivimos lo mismo.
¿Hay que ver una declaración de principios en títulos tan nihilistas como Isn’t Anything o Loveless?
(Silencio) Tengo realmente miedo de que se conviertan en símbolos de nuestros discos. Desconfío de las profesiones de fe, querría que nuestros títulos fueran lo más transparente posible.
Tus letras se vuelven transparentes entre el montón…
Mis letras son totalmente incoherentes, pero las de Belinda son más precisas, más emocionales. Yo solo escribo frases quebradas, vagas. Si llegaras a leer mis letras, seguramente las encontrarías estúpidas. Si pudiera encontrar palabras que encajaran perfectamente con mi música sería feliz. Me encantaría que las personas les encontraran un sentido, pero no puedo escribir con la facilidad que compongo.
La mayoría de los grandes grupos ganó credibilidad a partir de sus letras. ¿Eso significa algo para tí?
Es verdad, pero existen excepciones… En la mayoría de las bandas que me gustan, las letras son menos importantes que el impacto general, que el efecto final. Mira a los Ramones o a los Beatles por ejemplo. Cuando piensas en ellos, nunca uno se detiene solamente en las letras. No son Dylan, que es célebre por las letras de sus canciones. Quizás también sea el caso de Neil Young. Amo sus canciones, pero prefiero aquellas en las que la melodía está sobre la palabra. Mira a Cocteau Twins: serían mucho más populares si sus letras fueran más accesibles.
Es un poco tu caso: en cuanto una melodía se vuelve evidente, la entierras debajo del ruido…
Puede ser… Sería aburridísimo ser un simple grupo de Pop. Porque toda la magia que encierra la música Pop, eso que nos hace soñar, que nos da ganas de tener un grupo, todo eso está bien muerto. La mayoría de la gente que está en ese medio no merece respeto. Los que generan el dinero -la promoción, el marketing- están controlados por el mercado. Son ellos los que matan el placer… Hay tres razones para hacer música: hacerlo por amor al arte, hacerlo para ganar dinero o hacerlo porque uno tiene la necesidad de recibir cumplidos permanentemente. El último caso es el más triste, ya que sabes que tus fans te amarían más si estuvieras muerto. Nunca es a ti como persona a quien adoran los fans, sino a esa suerte de pantalla en la que ellos se proyectan. Yo no tengo ninguna gana de ser famoso por un grupo. Amo mi vida cotidiana, la gente con la que me encuentro… Nosotros tenemos la suerte de hacer la música que amamos, obtenemos placer dando forma a nuestras ideas. De todas formas también tenemos que jugar el juego del dinero, siendo un grupo totalmente diferente. Silverstone quería que ocupáramos el lugar de los Stone Roses y nos buscó un cantante más carismático que yo. Habían preparado todo, la imagen, el productor, las giras… Solo les faltaba el grupo. Tenían todo pensado para nosotros: el corte de pelo, la ropa, aquello que necesitábamos para alcanzar el éxito. Nunca nos pidieron escribir buenas canciones. Pero nunca quisimos jugar ese juego humillante. ¿Happy Mondays? Su caso es diferente. No los entiendo del todo. Nosotros estuvimos de gira en Francia con ellos, fueron dos conciertos en los que pasaron muchas cosas. Yo tenía la impresión de estar tocando con los Sex Pistols (risas)... Todo el mundo los detesta, pero yo les guardo cariño. Son tan ridículos que me dan ganas de consolarlos como si fueran un osito de peluche entre mis brazos.
Hablando de la gira con los Happy Mondays, ¿piensas que se puede hacer una buena mezcla entre el rock y la música dance?
Con los Mondays nunca perdimos el contacto. En su primer concierto en Londres estaban últimos en el afiche, nosotros segundos y encabezaba Loop. Fue una sala minúscula. En esa época me sonaban medios quedados, como un grupo Factory de comienzos de los ochenta. Y después me empezó a gustar la música Dance, gracias al Hip Hop. Siempre detesté la música Dance, me parecía algo horroroso, falso y vacío. El Hip Hop, en cambio, estaba muy lejos de esa imagen; era realmente una música nueva, experimental, pujante y honesta. Y cuando volví a ver a los Happy Mondays eran prisioneros de su estilo, de su groove. Yo no quiero limitarme, quiero mezclar las cosas que me gustan.
¿Te llega físicamente escuchar el Rock ruidoso de los Butthole Surfers o de Dinosaur Jr.?
Sí, pero el Hip Hop es una música que se puede escuchar en una casa, todo lo contrario al House. Aun estando inmóvil conserva su fuerza. Lo mismo que Dinosaur Jr. Te puedes conformar solo con escuchar sus discos. Si pones House en tu casa, la música flota, no se agarra a nada. Su valor está en el baile y en las sustancias que se toman para bailar. Hoy ya no puedo escuchar música con el amplificador puesto al máximo. Antes sentía cosas muy fuertes en los ruidos. Cuando iba a ver un grupo quería que mi cuerpo vibrase con la música. Pero ahora estoy sordo. Cuando la canción llega a su peak, ya no distingo nada. Necesito escuchar música al volumen exacto, si no, no entiendo nada.
¿Por eso cambiaste tus costumbres en relación a las drogas?
En cierta forma sí; este disco estuvo influenciado por un cambio en el consumo. En una época tomaba todo lo que me caía en las manos. Encontraba con mucha facilidad la inspiración, estaba lleno de ideas. Pero era incapaz de aplicarlas. Entonces dejé de tomar todas esas drogas que jugaban con mi cabeza. Podrían haberme ayudado si las hubiera tomado en pequeñas dosis, pero yo tomaba mucho y no me servían de nada. Hoy me conformo con fumar. Para mí, es necesario, es mi válvula de seguridad. Es la única forma que encuentro de desconectar mi cerebro. De ahí seguramente venga nuestra fama de perezosos,
La pereza no es entonces un valor…
No, de hecho, me enoja mucho. Por ejemplo, me parece una completa idiotez que estemos acá, en la casa de mi hermana cuando podríamos estar tranquilamente en la mía. Pero mi casa es un caos total, todo está roto, sucio, tirado por todas partes. Me enerva. Mi departamento es frío e incómodo. Pero prefiero eso a ordenar. Me fumo un porro y me tiro a ver la tele. Es una horrible falta de motivación. Tengo ganas de muchas cosas, pero no tengo suficientes ganas como para hacerlas… La única forma de concentrarme totalmente con la música es no haciendo nada más. No puedo obsesionarme más que con una cosa a la vez, me toma todo el tiempo, la energía y la concentración.
¿Piensas que My Bloody Valentine merece tanta atención?
En cierta forma, fuimos sobreestimados. La prensa Inglesa sobreestima a todo el mundo, nosotros lo sabemos, y crecimos con eso. La gente que nos sigue espera demasiado de Loveless, quieren una obra maestra. Pet Sounds… eso si fue verdaderamente innovador. Loveless no juega en la categoría ni merece tanta atención. Quizás algún día hagamos un álbum así de importante, pero hoy en día nosotros todavía estamos en la fase de hacer discos sin una razón precisa. Evolucionamos en el mundo ordinario. No tenemos una razón para existir, hacemos una música que justifica nuestra presencia en la tierra. Al contrario de muchos grupos, merecemos y nos ganamos el derecho de vivir.
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